9 de junio de 2010

6 de junio de 2010

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3 de junio de 2010

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CRÓNICAS IDIOTAS: Crónica del encierro

Ésta es la crónica del encierro de Santiago en una caja de madera de las dimensiones de un ataúd con el doble de alto. El encierro estaba pronosticado por dos días, es decir 48 horas, en los cuales Santiago no tenía canales ni de ventilación ni de luz dentro de la caja. El encierro fue transmitido en vivo durante todas sus horas de duración (con pequeños problemas técnicos de transmisión) a través de la red para recalcar la veracidad de la crónica. Darib fue el encargado de trasmitir el encierro, pactar las entrevistas que se hacían con la gente que veía el encierro, pasarle el alimento a Santiago y principalmente cuidar su bienestar y su cordura. He aquí la crónica de ambos. Crónica del encierro, de dentro y de fuera.

Por: Santiago Pérez-Wicht Meza / Darib Núñez Vásquez



PATÉTICO. Soy un niño colorado con corte honguito y pantalones cortos que está sentado sólo en la acera, frente a una tienda de dulces. Todas las fachadas de las casas están pintadas de un rojo intenso. Estoy triste y no sé porque. Alguien se acerca. Es mi abuelo, puedo reconocer su panzota y su caminar altivo a la distancia. Me levanto a recibirlo y de pronto soy yo de nuevo con veinte años, anteojos redondos y el cabello disparatado. Camino hacia no sé dónde y me ataca un enjambre de moscas. Despierto. Sigo en esta puta caja en mi encierro voluntario. La oscuridad es total y la temperatura comienza a elevarse. Es la primera noche. No deben haber pasado más de cuatro horas de encierro. Quedan cuarenta y cuatro por soportar y el show no puede detenerse.


Me preocupaba la acogida del espectáculo, no por la falta de espectadores, sino porque habían tantos que comencé a dudar de la cordura de la humanidad. Yo era como Laura Bozzo y Santiago como la chica que le lamió la axila a un modelo semidesnudo, aunque prefería pensar que Santiago era como Nataly Portman y yo como V enseñándole a no tener miedo, sin embargo esta analogía era mucho menos creíble.
Hora 0, el espectáculo comenzó a las 12:00 p.m. (debiendo comenzar a las 7:00), contra todo pronóstico tuvimos a mas de 80 personas aun esperando para ver el reality. Santiago entró en la caja y nuestro director puso los clavos en el ataúd, vaya momento, nadie esperaba lo que estaba por venir.


Estoy hecho de goma. La sensación es inigualable. Es un largo pasillo totalmente blanco y unos perros negros y furiosos me muestran los dientes y los clavan por todo mi cuerpo. Siento un hormigueo a cada mordida. Los perros desgarran mi cuerpo de goma pero no me hacen daño. Escucho golpes intensos en la caja. Es la clave que creamos con Darib para cuando tenga que hablar con la gente que ve la crónica idiota por la red. Le pedí antes de encerrarme que no me hable. El contacto debía ser nulo. El eco de los golpes retumba en la caja como un cajón de resonancia. Parece que Darib estuviera agarrándola a martillazos. Entrevista al aire. Los “televidentes” me piden que explique el motivo del encierro. No hay motivo, les digo, es una crónica idiota. Preguntan como estoy, que estoy sintiendo. Siento el dolor de espalda mas jodido de mi vida, les digo. Las piernas se me adormecen cada cierto tiempo pero ya me acostumbre al encierro. A lo que no me acostumbro es a la puta oscuridad. Puta oscuridad, me va a sacar loco de acá.


La transmisión vía Livestream desde el interior de la caja


Hora 10, Santiago se notaba quejumbroso, lo único que comía era jamón y pan, tomaba poca agua para no tener que convivir con botellas llenas de meada durante 48 horas.
Hora 16, entrevista al aire, puse el micrófono y no crucé palabra con él, ese era el trato, comencé a notar de inmediato síntomas de envenenamiento por CO2. Hice la tarea, investigue un poco antes de hacer esta crónica, la memoria de Santiago comenzaba a fallar, sus ojos se veían irritados, yo dudaba de lanzar las imágenes al aire , no me parecía correcto , pero ese era mi trabajo.
Hora 22, los espectadores que no lo conocían pedían que se moviera, que hiciera alguna gracia, como si él fuera un macaco y yo el entrenador con la cajita musical.


Soy un escritor sentado en su escritorio frente al monitor. Tecleo como robotizado. Tengo latas de cerveza llenas y vacías por todas partes y torres de libros que parecen rascacielos me amenazan con desplomarse en cualquier momento. Siento un abrazo tibio a mis espaldas y los labios más dulces me besan el oído. Es Alicia, mi chica y mi bailarina de cabaret. Su aroma a fatiga me pone caliente. Me levanto y comienzo a besarla. La envuelvo en mi cuerpo mientras le bajo las bragas. Están húmedas como la noche. Abro los ojos, sólo que esta vez estaba soñando despierto. Mi imaginación comienza a volverse indispensable, es la única manera de sobrellevar la oscuridad. Siento punzadas en la columna y un calor constante. Aquí adentro debo estar más de diez grados por encima de la temperatura de afuera. No hay entradas de aire ni canales de circulación. Respirar comienza a volverse molesto. Respiro CO2 y mi memoria está fallando. Ya van cerca de cuatro o cinco entrevistas. La gente se porta como animales embrutecidos e insensibles. Me hacen preguntas fuera de contexto. Lo toman a juego. Al principio correspondí su juego y jugué con ellos al encierro. Ahora, luego de dos ataques de claustrofobia, una continua sensación de asfixia, un dolor de espalda insoportable y un estado de locura constante por la ausencia total de luz, no quiero ser más su macaco de circo. Quiero meterlos a todos en una caja y dejarlos sin luz y sin aire, quiero exponerlos a que cientos de personas los vean a cada instante y encuentren su dolor entretenido. Quiero que sientan lo que yo, a ver si se les pasa la payasada.


Hora 35, Santiago golpeaba la caja en todo momento, estaba completamente desesperado, no quería más entrevistas, repetía constantemente que esta era una idea demasiado estúpida y que jamás debió llevarla a cabo, yo no podía estar más de acuerdo, pero tenía un acuerdo que cumplir, mi único trato con él era pasarle la comida por la rendija y no decir una palabra.
Hora 37, los delirios eran evidentes, la oscuridad imagino, la incomodidad, el calor, el tener que macerarse en sus propios gases y la mirada atenta de aquellos que nos siguieron durante las horas. Se habían vuelto insoportables para nuestro redactor, yo estaba demasiado preocupado, tenía una pastilla de Clonazepam lista para usarla en cualquier momento.
Hora 39, decidí cortar el audio, Santiago salió del cuadro, estaba llorando, yo no podía hacer nada, nunca antes me había sentido tan hijo de puta, nunca antes había tenido el destino de un gran amigo completamente en mis manos.


La caja/ataúd de Santiago


Me siento como un muerto. La caja tiene las dimensiones de un ataúd, sólo que es un ataúd donde el cadáver puede quedarse muerto y sentado si le da la gana. Esto ya es insoportable. ¡Darib! ¡Sácame de acá carajo! Darib me responde. Siento que es mi primer contacto humano en días. Webón, me dice. En veinte minutos hay otra entrevista. Aguanta un poco y luego sales. Lo odio. Está siguiendo el juego del morbo a pesar de mi agonía. Comienzo a sollozar. Hace casi tres horas tengo continua sensación de asfixia. ¡No puedo respirar!, intento gritar pero no me sale la voz. Comienzo a llorar. Quiero una bicicleta y recorrer toda la ciudad. Respirar su aire y observarlo todo. Siento que he perdido la vista. Vivo de recuerdos.


Hora 42, era momento de la entrevista, nuestro protagonista sabía que estaba al límite, yo pensaba que hablar con el público le haría bien. Tres, dos, uno, ¡al aire!, comenzó a hablar con la gente, se quejaba constantemente, decía que esta estupidez nunca debió suceder, que no podía creer que se le ocurrió una idea tan mala, comenzó a sollozar en vivo, su voz se entrecortaba, me pedía que lo saque, yo era Laura Bozzo, tenía que aprovechar el momento, lo hice esperar, la gente se conectaba, muchos reclamaban, me exigían que lo saque, ya no pude más, prendí la cámara de mi celular , tome un cuchillo de la cocina y comencé a aflojar una de las paredes de la caja con un martillo, Santiago pateó con furia una de las paredes y salió de la caja , desesperado me pidió que no grabe más, que ya todos habían tenido su morbo.
Lo habíamos logrado, el programa era un éxito, yo me sentía como el hijo de puta más grande del mundo, cumplí con mi trabajo pero tuve que disculparme mil veces con Santiago, el asintió, dijo que ese era mi trabajo y que no me creía capaz de cumplirlo. Quedaron algunas lecciones de esto, muchas de ellas muy personales, decidí que nunca volvería a hacer algo así que tengo algo de principios y que definitivamente odio a Laura Bozzo.


Me rompo frente al micrófono. Lloro de dolor. Quiero respirar. Es lo primero que quiero hacer. Hago la entrevista corta. Darib comienza a desaflojar los clavos y me grita ¡Patea la puerta de atrás webón! Le doy la patada con la que Dhalsim mató tantas veces a Chun-Li en mi infancia de Street Fighter. La luz, la puta madre, la luz y el aire. Estoy agitado, camino un poco mientras intento normalizar mi respiración. Me echo en la cama de Darib todavía con lágrimas. No puedo controlar el llanto. Es la peor idea que hemos tenido, le digo.
Horas más tarde todavía me siento mareado y la espalda aun me punza. Nos reímos de todo el asunto con unas cervezas. ¡Salud! me dice Darib al fin y luego de varias disculpas, ¡Y hasta la próxima crónica idiota!